Reconocimiento Eterno

Cuando Santiago Jarrín trajo La Gloria a Quito hace más de una década, no solo expandía una marca desde Lima, reavivaba una llama que él mismo había encendido. Mucho antes de que la cocina ecuatoriana viviera su despertar, ya había comprendido lo que el Perú demostró al mundo: que un movimiento gastronómico podía sacar a un país del anonimato y elevarlo al reconocimiento internacional. Para Ecuador, vislumbró el mismo destino: un salto hacia adelante impulsado por la excelencia, la innovación y los más altos estándares.
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Desde sus inicios, Santiago fue un pionero. En una época en la que pocos ecuatorianos optaban por la carrera de hotelería y turismo, se formó en Italia y España y, al regresar al país, se consolidó como director de ventas del Hilton Colón en Quito y Guayaquil. Desde ese rol, ayudó a posicionar al Ecuador como un destino de hospitalidad de primer nivel, elevando los estándares de servicio y profesionalismo en toda la industria.
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En 2003, con la renovación del Centro Histórico de Quito durante la alcaldía de Paco Moncayo, Santiago vio una oportunidad: devolverle vida a un espacio emblemático. Así nació Teatrum, en el segundo piso del Teatro Sucre. Más que un restaurante, fue una puesta en escena: un lugar donde la gastronomía se convertía en espectáculo y la cocina ecuatoriana empezaba a ocupar el escenario que merecía en uno de los edificios más hermosos de la ciudad.
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Teatrum marcó un antes y un después. Inició con una propuesta mediterránea de alta cocina, pero pronto evolucionó hacia la exploración de los sabores y productos ecuatorianos, reinterpretados con creatividad y sofisticación. Fue uno de los primeros espacios en demostrar que nuestra cocina podía dialogar con el mundo desde la excelencia.
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Junto a sus socios de toda la vida, Santiago dio forma a La Casona de La Ronda, un proyecto boutique en el corazón del Centro Histórico que reflejaba su visión de un turismo ético, culto y sostenible. Apasionado, íntegro y perfeccionista, Santiago vivió con intensidad. Le movía la búsqueda de la belleza en cada detalle y el deseo de que cada persona regresara a casa habiendo vivido una experiencia memorable.
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Su legado permanece en en el ceviche manaba y las célebres piernas de cuy crujiente que incorporó con ingenio y sensibilidad al menú de La Gloria y en su convicción de que el Ecuador un día se pararía con orgullo frente al mundo culinario... Gracias a su visión, ese futuro ha llegado.