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Restaurante Clásico

AZUCENA ARAGÓN | RINCÓN DE FRANCIA

Cuando los quiteños buscan elegancia atemporal y los sabores que evocan sus mejores recuerdos, la respuesta es siempre la misma: El Rincón de Francia. Fundado en 1977 por Azucena Aragón y su esposo francés, el chef Gilles Blain, en una época en que los ejemplos de gastronomía internacional eran escasos, este restaurante se asentó como una revelación. Décadas más tarde, donde muchos clásicos han desaparecido, El Rincón permanece firme, despreocupado por las tendencias, incólume ante las crisis: ni siquiera la pandemia logró derribarlo.

Azucena, con su cálida presencia, aún se mueve entre las mesas saludando a sus comensales por su nombre, preservando un espíritu de hospitalidad personal y poco usual para esta era. Bajo su cuidado, y fiel a la visión original de su esposo, el menú se ha mantenido constante, aunque nunca monótono, enraizado en la sofisticación francesa y abierto a otras influencias internacionales. En esa perseverancia reside el verdadero genio del restaurante: no se trata solo de comida, sino de cultivar confianza y pertenencia. Rincón de Francia es realeza quiteña.

Hoy, casi cinco décadas después, todo sigue funcionando como siempre, bajo la dirección del chef Mario Aragón, quien mantiene vivas las tradiciones de sus padres. Honra los clásicos —el pâté de campagne, los escargots, la corvina con almendras, el cordero con hierbas, los moules al ajillo— asegurando la calidad impecable de sus primeros días. Son platos que han alimentado a presidentes, artistas, expatriados y generaciones de quiteños, cada uno recordándonos que la excelencia no precisa de reinventarse para seguir vigentes.

Entrar hoy a este comedor imperecedero es penetrar en un archivo vivo de memoria culinaria quiteña. Los manteles blancos, el servicio atento, las conversaciones en voz baja acompañadas de una botella de vino de una de las cavas mejor cuidadas de la ciudad: cada detalle lleva el peso de décadas vividas, llenas de experiencia. Y, sin embargo, nada se siente estancado. Más bien, el restaurante respira con la confianza de lo que se añeja con el tiempo.

Por estas razones, El Rincón de Francia recibe nuestro premio a Restaurante Clásico. No solo por el hecho de que ha sobrevivido todo este tiempo, sino por prosperar, con dignidad, y dar forma a la manera en la que se cena en Quito, demostrando que la autenticidad y la disciplina pueden resistir las tormentas más feroces. En una ciudad donde lo nuevo suele eclipsar lo antiguo, El Rincón de Francia nos recuerda que algunos clásicos no están destinados a desaparecer, sino a perdurar.