1. José David Velásquez | NUUM

En un mundo donde los sommeliers suelen medirse por el número de certificaciones que ostentan, José David Velásquez se distingue por algo más: es un sommelier en ejercicio, trabajando cada día en uno de los mejores restaurantes de Quito, NUUM en Cumbayá, guiando a sus comensales a través de una de las cartas de vinos más ambiciosas de la ciudad. Su excelencia no radica únicamente en lo que sabe de vino, sino en cómo logra conectar con las personas.

El camino de Velásquez hacia el vino no fue planificado. Ingeniero civil de formación, no encontró trabajo en su campo y en 2018 entró al mundo de la restauración casi por necesidad. A las pocas semanas ya era jefe de servicio, al frente de una carta de vinos que apenas comprendía. Lejos de intimidarse, se dedicó a leer sin descanso sobre cepas, regiones y maridajes; y en pocos días ya explicaba con seguridad la carta a su chef, respondiendo preguntas y proponiendo combinaciones. Lo revelador no fue solo su rapidez para aprender, sino cómo descubría el disfrute de hablar de vinos con la gente, convenciéndola con pasión incluso sobre etiquetas que no conocía del todo.

Ese impulso se transformó en vocación. Velásquez buscó prepararse de manera formal. Inició este camino con una certificación WSET y luego alcanzó la certificación de Sommelier de la Cofradía del Vino, avalada por tres universidades locales. Se graduó Cum Laude. Hoy sigue perfeccionándose, preparándose para la exigente certificación de la ASI (Association de la Sommellerie Internationale), una de las más prestigiosas del mundo.

Pero los títulos no explican del todo su reconocimiento. En NUUM su papel va más allá de la teoría: es el puente humano entre la cocina ecuatoriana de vanguardia y las botellas que la acompañan. Es cercano, accesible y ejerce la hospitalidad con una naturalidad que no se aprende. Conoce a fondo su cava, pero sobre todo sabe leer una mesa: cuándo sugerir un Syrah potente, cuándo guiar hacia un Albariño ligero, cuándo ceder la batuta al comensal.

Esa mezcla de dominio técnico, experiencia y calidez es lo que le ha valido este reconocimiento. Velásquez encarna la sommellerie no como un saber distante, sino como una presencia en la mesa, intuitiva y humana al servicio del comensal.